Todos somos conscientes de la importancia de cepillarnos los dientes después de cada comida, como mínimo tres veces al día. Sin embargo, y pese a que el cepillo de dientes es un arma eficaz a la hora de eliminar los restos de alimentos y placa que quedan entre los dientes y combatir las bacterias que habitan en la cavidad bucal, existen zonas que son inaccesibles para él, como la línea de la encía. Y para ello es importante recurrir a hilo o la seda dental.
El hilo dental y, en general, cualquier limpiador interdental son los mejores aliados para eliminar la placa y controlar, así, la aparición de sarro, que causa enfermedades periodontales y mal aliento.
Desde Clínica Dental Nuño Gil recomendamos utilizar el hilo dental al menos una vez al día, especialmente antes de irse a la cama y, para hacerlo correctamente hay que seguir unas pautas básicas.
Cómo utilizar el hilo dental
- Debes coger unos 40 cm de hilo dental y enrollarlo alrededor de los dedos anulares de tus dos manos para evitar que se escape y posibilitar que esté totalmente estirado.
- Pon el hilo entre tus dientes y realiza pequeños movimientos en zig-zag hacia ambos lados del diente y en dirección a la encía.
- Al llegar a la base de la encía debes limpiar los restos de placa acumulados entre el diente y esta, y rodear la base formando con el hilo una C.
- Finalmente enjuaga tu boca con agua o un colutorio para eliminar los restos de alimentos y placa que haya extraído el hilo dental.
El uso del hilo dental, pese a que puede resultar algo molesto, no debería provocar dolor en ningún caso. Además, existen distintos tipos de limpiadores interdentales en función de las características y condiciones de nuestra boca.
Tanto la seda como el hilo dental -que únicamente se diferencian en la forma- están indicados para personas con un espacio interdental normal, no demasiado grande, mientras que el denominado super-floss se trata de una seda específica para aquellas personas que llevan puentes fijos o aparatos de ortodoncia.